Los padres de mis alumnos, y algunos alumnos adultos, suelen decirme que tengo muchísima paciencia. Yo pensaba que sólo hacía mi trabajo. No veía la paciencia en mí, realmente. No solía ser consciente de que ponía algo más de mi parte además de los conocimientos y recursos que le ofrecía al alumno.
La paciencia es algo que, pensaba yo, venía de serie con un maestro. Un niño tarda mucho en aprender algo, no toca al mismo nivel que yo y, por tanto, tengo que esperar mucho hasta que lo consiga. Al igual que yo tardé mucho en conseguirlo.
Pero hace poco me he puesto a pensar: aunque todo el mundo es consciente de esta obviedad, no todo el mundo espera y permite el ritmo como lo hago yo. ¿Por qué? ¿Qué es la paciencia? ¿Cómo se tiene más? ¿Cómo se desarrolla?
A veces puede deberse a un currículum o a una programación de una institución. Digamos que, desde arriba, se esperan ciertos ritmos de ti y de tu alumno. Y si va demasiado despacio para la media o para lo esperado se empieza a perder la paciencia.
Pero yo voy un poquito más allá de eso.
Te lo cuento en el siguiente vídeo.
Tu turno, no olvides dejarme un comentario contándome qué es para ti la paciencia, cómo haces para mantenerla, o si alguna vez la has perdido y por qué.
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