En Viento Rubato aporto ideas y recursos para ayudar a maestros de instrumento a mejorar su trabajo de enseñanza, conectar con los alumnos y hacer que vivan la música.
Te vendrá de lujo…
- Si eres profesor de instrumento
- Si no te convence el sistema típico de enseñanza musical, o crees que se queda corto.
- Si sientes que no tienes la libertad que te gustaría dando clase.
- Si quieres que, enseñando música, ésta llegue al corazón de tu alumno.
- Si tienes alumnos que odian el solfeo pero quieren tocar.
- Si sientes que lo que enseñas no se ajusta a lo que tus alumnos quieren, o necesitan.
- Si necesitas motivar a tus alumnos
- Si quieres aprender a desarrollar sus capacidades creativas con la música
- Si quieres aprender a enseñar la mejor forma de asimilación de conceptos musicales
- Si quieres desarrollar un vínculo sano con tus chavales.
- Si quieres sentir un verdadero desarrollo personal a través de la enseñanza y la música.
Si aún estás aquí, genial. Quédate y sigue leyendo.
¿Por qué escribo?
Porque estoy harta de lo que he visto a mi alrededor.
Harta de encontrarme con chavales que están deseando dejar la música porque se cansan, se aburren, y nadie sabe darles lo que necesitan. Harta de ver a los pobres niños presionados para tocar “eso” de “esa forma”. Harta de ver tanta gente que adora a la partitura y al lenguaje musical como si fueran los únicos dioses verdaderos que vale la pena aprender.
Me rompen el corazón todas las historias de adultos que de pequeños o jóvenes adoraban la música pero que dejaron su instrumento, o incluso que acabaron odiándolo. (Esto último, especialmente, me parece preocupante).
Harta de ver que el fin último de la música, el placer, el gozo, la expresión, el disfrute de oírte a ti mismo tocar… queda en último plano.
Creo que todo eso no tiene por qué ser así.
Si eres músico, seguramente conocerás la palabra “rubato”, la cual he elegido para parte del nombre del blog. Si no, te explicaré que es un término que se utiliza en música para indicar libertad expresiva y rítmica.
Es perfecta para captar lo que quiero…
- Porque creo en un crecimiento musical dinámico, creativo, placentero y, ante todo, LIBRE.
- Porque creo que la música muchas veces necesita eliminar barreras y partituras para expresarse.
- Porque creo que los chavales necesitan SENTIR la música en toda su esencia, y sentirse escuchados, porque cada uno es un mundo, y cada mundo tiene su música, libre, diferente, personal e íntima.
Quiero recordar la idea de que aprender música es un proceso puramente emocional. Que si la música está hecha para el disfrute, su aprendizaje ha de seguir la misma pauta.
Que las herramientas para la música son eso, herramientas.
Importantes, pero herramientas.
Que la libertad en el aprendizaje de la música es vital y necesaria.
Que se puede enseñar música, viviendo la música.
Y que, como tú sabes, la música mueve al ser humano. El mundo necesita música, y la música necesita ser sentida antes de aprendida.
Sigue conmigo, sigue con Viento Rubato, y podremos hacerlo juntos.
¿Sobre qué escribo?
- Todas mis ideas sobre educación musical.
- Todos los recursos que aplico en mis clases.
- Cómo hago para enseñar conceptos musicales.
- Cómo trabajo con niños, y cómo con adultos.
- Cómo los motivo, cómo conecto con ellos y cómo me van las cosas que aplico.
También cuento experiencias propias que tengo dando clase, y a veces menciono a alguno de mis alumnos, pero por seguridad, sobre todo de los niños, utilizo siempre seudónimos para ellos.
Publico un post cada semana (echa un vistazo). Si te suscribes lo recibirás todo directamente en tu correo y no te perderás ni uno.
Y además me harás una chica feliz. ;)
- Mi Ebook: "Los tres pilares de la motivación en la enseñanza del instrumento"
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Sobre mi
Nací en Murcia, y ya de pequeñita se dieron cuenta de que se me daba bien la música. Me mandaron derechita a una escuela de música en Murcia. No recuerdo cual, y no recuerdo muchas cosas de allí, salvo algunos flashes de juegos musicales y un profesor majo.
Más tarde mi familia se mudó a León. Tendría yo 6 o 7 años. Alguien decidió que el piano me iría bien y me apuntaron a una academia de música especializada en piano. Academia Musical Chopin, se llamaba. Ésa sí que la recuerdo, porque me pasé allí hasta los 18 años, aprendiendo lenguaje musical y piano, de la mano de mi querida profesora Maribel.
Justo antes de entrar en la universidad, mi familia se volvió a mudar. Esta vez a Valencia. Aquí estudié Magisterio de Educación Musical, donde me introduje en los principios de la pedagogía musical y el funcionamiento de una Escuela. También lo compaginé con el conservatorio. Me encantaba cantar, así que entré en la especialidad de canto.
Hice las prácticas de carrera, me plantaron matrícula de honor por ellas y luego me metí de cabeza en las oposiciones. ¿Por qué? Porque es lo que toca si estudias esa carrera. ¿Qué otra salida vas a tener?
Pero me encuentro con que estudiar una oposición no es algo de un año. Resulta que te presentas para poder entrar en bolsa, y hacer sustituciones vete a saber dónde durante años, seguir estudiando oposiciones como si no hubiera mañana y probar cada vez que saquen plazas, rezar porque un año de esos no haya mucho enchufe, te toque el espíritu santo y te den una plaza fija en un colegio para, atención, el resto de tu vida.
Mis compañeras estaban a tope con ello. Iban a seguir con el proceso. El premio era una plaza fija. Trabajo seguro para el resto de tu vida.
A mí el “premio” no me convencía.
Yo por esos entonces había empezado a estudiar un Máster de Musicoterapia en Bilbao. Se trataba de seminarios de fin de semana, así que lo podía compaginar con cualquier cosa que hiciera en Valencia. Ya desde el primer día fue para mí un cambio de paradigma. Cambié de manera de pensar respecto a la música. Las cosas no eran como yo pensaba.
Volviendo a Valencia, seguía la corriente. Academia de oposiciones. Un día decidí por fin que yo no quería eso. No quería una plaza fija en un colegio. Pero claro, esta forma de pensar no encajaba… “¿Por qué no quiero un trabajo seguro para el resto de mi vida? Todo el mundo quiere eso… ¿Por qué trabajar en un colegio ahora no me convence? ¿Y qué vas a hacer si no?”
El conservatorio también dejó de convencerme. Aquello era un hervidero de divismo, competitividad y una selva. No era mi ámbito. Adoraba cantar, pero allí no me sentía bien, y empezaba a notarse en mi formación. Lo dejé.
También dejé las oposiciones y, entre un follón existencial y otros problemas personales, pasé una época muy dura.
Me mantuve en el Máster, que era lo único que me levantaba la moral. Mis viajes a Bilbao eran sagrados, y los esperaba con ganas. Me cambió la vida de arriba abajo, en lo personal y en lo profesional. Nunca más fui la misma.
Compaginando, como siempre, empecé a trabajar en una academia de música, dando clase de solfeo y de piano. Aquí aprendí realmente a dar clase de piano. Mi jefa era muy precisa y me explicaba con detalle lo que quería de cada alumno y qué es lo que tenía que hacer. Aprendí a tener una relación con los chavales y a observar cómo asimilaban conceptos musicales. Pasé allí dos años.
Aunque la metodología de la academia daba ciertos resultados, había algo que a mí no me gustaba. Yo ya tenía una formación en Magisterio musical y casi tres años de Musicoterapia. Veía cosas que se contradecían. Veía chavales desmotivados, veía formas de aprender que dejaban de lado el crecimiento personal de la música, y veía metodologías que sólo funcionaban en unos pocos. Por supuesto, mi jefa no pensaba lo mismo que yo. Ella era una empresaria.
La escuela empezó a ir mal, y me despidieron. Así que mientras encontraba otra cosa, empecé a dar clases particulares por mi cuenta.
Ya está, por fin. Aquí tenía libertad. Ya no tenía una jefa o un currículum que me dijera lo que tenía que enseñar. Yo era mi propia jefa. Ya podía tomar las riendas y dar lo que realmente necesitaban los chavales. Poco a poco amplié mi alumnado, y de todos aprendí, de cada clase aprendí.
Terminé el máster, terminé las prácticas, y terminé el trabajo fin de máster. Me llegó mi Título de Musicoterapeuta. Ya podría hacer terapia.
Mientras daba clase, pasé un par de años planteándome escribir proyectos y presentarlos para trabajar de musicoterapeuta, pero yo ya rodaba mis clases particulares de piano y solfeo, y no avanzaba mucho con los proyectos.
Un día los abandoné, y decidí dedicarme sólo a las clases.
No hago terapia en ellas (no debo), pero tengo muchos recursos que ayudan a mis alumnos a sentirse más cerca de la música y lo necesario de la partitura. Ya no tengo que rendir cuentas a nadie, salvo a ellos y a mí misma; y aunque aún estoy aprendiendo y lidiando con cosas, siento una enorme satisfacción cuando acabo una buena clase, y mis alumnos confían cada vez más en mí.
Pero llevo años oyendo historias, llevo años viendo cómo llegan a mis clases los niños, y cómo han aprendido, veo sus miedos, veo algo que falta con la música, y veo algo que falta en la educación. En muchos ámbitos.
Viento Rubato es mi humilde aportación al mundo de la educación musical. Me ayuda a compartir todo lo que he aprendido, todo lo que aún estoy aprendiendo, mi visión y mis ideas.
Espero que te ayude, y espero también aprender de ti. Quédate conmigo, suscríbete y cuéntame tu historia.
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